martes, 28 de febrero de 2012

Cómo salir de casa por las mañanas... ¡sin llegar tarde!


Me considero una persona capaz: me defiendo en mi trabajo, llevo bastante al día los quehaceres domésticos, formo parte de diversas asociaciones del barrio y por lo general me definen como una persona dispuesta... ¿Cómo es posible entonces que todas las mañana sin excepción me colapse y no consiga salir de casa sin estar al borde de un ataque de nervios? Cuanta más prisa doy a mis hijos, más lentos funcionan. ¿Lo harán adrede? ¿Por qué se empeñan en amargarme las mañanas? ¿Habrá algún truco que no he sabido aplicar?

Los psicólogos han descubierto algo que logrará tranquilizar a más de un padre: la velocidad del movimiento de los niños es inversamente proporcional al tiempo que disponemos los adultos. En otras palabras, cuanto menos tiempo tengamos nosotros, más tardará nuestro hijo en estar a punto. Así que si no logramos salir de casa tranquilamente por las mañanas no debemos maltratarnos en exceso pensando que no somos capaces. Se trata de una especie de "ley matutina" que se cumple casi siempre y que tiene algunas variantes curiosas:
- El efecto que tienen nuestras palabras de apremio, tales como "date prisa" o "vamos a llegar tarde", sobre la velocidad del niño es precisamente el opuesto al esperado, es decir, sólo conseguiremos que vayan todavía más lentos.
- Cuanto mayores sean la importancia y la necesidad que tengamos en llegar a una hora a algún sitio, menor será la probabilidad de que nuestro hijo esté listo a tiempo.
Bromas aparte, la culpa de este fenó-meno de ralentización la tiene casi exclusivamente el estrés. ¿Quién de nosotros es capaz de funcionar bien en situaciones de mucho estrés? Una reacción que acostumbra a tener mucha gente ante el es-trés es funcionar de forma más lenta para rehuir el encuentro con el problema. Por tanto, cuanto más estresados estemos nosotros por marcharnos, más despacio funcionará nuestro hijo, más nerviosos nos pondremos nosotros, más despacio aún responderá él y así hasta que lleguemos todos al borde del ataque de nervios, salgamos de casa echando chispas y no nos repongamos, con suerte, hasta media mañana. Total, un desgaste de energía y un acopio de mal humor que resulta fácil evitar.

La solución a este problema sólo puede ser una: reajustar los horarios para que podamos hacer las cosas con un poco más de tranquilidad. Debemos ser realistas y ser conscientes de nuestras posibilidades. Si una hora por la mañana no nos da ni para sacar a nuestros hijos en pijama de casa, tendremos que replantearnos la situación. Y si darles prisa, gritarles y amenazarles no nos da los resultados que deseamos, tendremos que cambiar de táctica. Por ejemplo, podemos hacer que nuestros hijos se vayan a dormir un poco antes para que así puedan levantarse media hora antes. Esa media hora quizás pueda ahorrarnos mañanas de gritos, mal humor, comentarios injustos y días de llegar tarde a todas partes. De la misma manera podemos analizar qué otros ajustes podemos hacer- en el horario o en nuestras actividades para dejar libre más tiempo por las mañanas: quizás dejar preparados los bocadillos en el congelador, bañar a nuestros hijos por la noche, levantarnos nosotros un poco antes para luego ayudarles a ellos, etc.

Estas medidas son una inversión a largo plazo. El estrés sólo provoca estrés, y vivir todas las mañanas de los días laborables con nerviosismo y prisas no es bueno en absoluto ni para nosotros ni para nuestros hijos. La verdad es que si continuamente vivimos unas mañanas plagadas de peleas, podemos llegar a tener problemas domésticos y de relación entre nosotros. Y en cuanto a la educación de nuestro hijo y a su correcto desarrollo, es tan importante que duerma correctamente como que se despierte tranquilamente y sin sobresaltos. Despertarlo de golpe y con prisas lo predispone a pasar un mal día, nervioso, cansado, irritable e incluso angustiado. Pensemos que los niños (también los adultos, aunque ya nos hemos acostumbrado a no hacerlo) necesitan un poco más de tiempo para pasar del estar dormido al estar despierto.
También podemos utilizar otras estrategias compensatorias, como elogiar a nuestros hijos cuando muestren una con-ducta consecuente con el hecho de estar listos, prepararles su "bocata" favorito si esa mañana en especial deben correr un poco más y ellos se esfuerzan, o disfrutar todos juntos de un gran almuerzo familiar en pijama los fines de semana.
Comprobemos que nuestro hijo no esté haciendo el remolón por las mañanas para llamar nuestra atención. Si por mucho tiempo que le damos para que se levante tranquilo, no vemos que él cambie su forma de comportarse y se sigue quedando en la cama esperando que entremos continuamente en su cuarto para avisarle que ya es la hora, seguramente lo está haciendo para llamar nuestra atención. Si sospechamos que éste puede ser el caso de nuestro hijo, comprobemos que pasamos suficiente tiempo con él y que le estamos dando la atención que él necesita. Si no es así, deberemos buscar momentos y/o actividades para compartir con nuestro hijo y evitar que desee nuestra atención "precisamente" a esa hora del día en que no podemos prestársela incondicionalmente.

También puede ser que nuestro hijo "pase de todo" y que no es que le cueste levantarse por la mañana, sino que no le da la gana hacerlo. En ese caso podemos probar alguna medida un poco más drástica que le sirva de "lección", como dejarlo sin desayuno, salir de casa sin peinar, etc.

Itziar Franco Ortiz (http://www.solohijos.com)

Las rabietas en el supermercado

 
Nuestro hijo de 4 años suele hacernos rabietas especialmente cuando vamos al supermercado: se encapricha con todo y nos deja literalmente en ridículo. Por favor, necesito consejos prácticos y urgentes.
Esta suele ser una demanda habitual de las familias. A continuación les sugiero algunos consejos prácticos:

1º. Anticiparle la situación

Antes de ir de compras o durante el camino le anticiparán lo que van a hacer. Le pueden explicar que van a ir de compras y cómo esperan que se comporte: que vaya junto a los papás y que ayude a hacer la compra…

2º. Limitar el tiempo

Si su hijo presenta ese problema, deben acudir con la compra planificada, de manera que no se prolongue demasiado. Eviten si es posible las esperas largas. Si los turnos van numerados en algunas secciones, procuren continuar la compra. Si superan el tiempo de espera que tiene cada niño, aumentan el riesgo de que aparezca el mal comportamiento.

3º. Hacerle colaborador

La compra se hará más llevadera si lo hacen colaborador. Pueden indicarle qué debe elegir de los estantes o qué vamos buscando. Además procuren elogiar su colaboración y el cumplimiento de las normas acordadas: “qué bien me estás ayudando, menos mal que has venido, yo sola no lo habría encontrado…”

4º. Evitar los lugares críticos

Si es posible evitar pasar por los lugares “críticos”, evítenlo. Las calles de chucherías, chocolatinas y parecidas son las más tentadoras para los niños. Si no hay necesidad, eviten pasar por ellas.

5º Actuar con contundencia si se encapricha

Si se encapricha con algo que no queréis comprarle decir que no con seguridad y no detenerse demasiado a razonar o no tratéis de engañarlo con “mentiras piadosas”. Ignorar sus protestas e intentar desviar su atención.
Si a pesar de lo anterior, hace una rabieta en una de las calles del supermercado ignorarlo. Seguir vuestro camino como si nada ocurriera. No intentéis razonar si la rabieta ha explotado. Si podéis, pasad a otra calle. Lo más probable es que os siga. Si os sigue pero aparece con lo que quería, sin enfadarse se lleva de nuevo a su sitio y retomáis vuestro camino.

6º. El momento de pasar por caja

El paso por la caja suele ser un momento “de riesgo”: hay que esperar, hay pocas opciones para moverse y además suele haber objetos que atraen a los niños.  Lo mejor es ir mentalizado. Volverle a pedir su colaboración para poner las cosas en la cinta transportadora o para guardarlas en las bolsas.
En otros casos, puede ser un momento de dejarle un videojuego portátil para que se entretenga mientras pagan y guardan la compra.
Si a pesar de todo hace una rabieta porque se encapricha con algo, decirle que “no” una sola vez y después no tratéis de  razonar con él. Si llora o patalea ignorarlo a él y las posibles miradas y comentarios del resto de clientes. Estáis haciendo lo correcto con vuestro hijo, una vez habéis pagado os dirigís hacia la salida.

7º.  Elogiarlo y prestarle atención cuando se porta bien

A lo largo de toda la compra, lo más efectivo y preventivo es elogiar su buen comportamiento y colaboración. Además prestarle más atención cuando se está portando bien e ignorarlo en lo posible, cuando se porta mal.

8º. Apoyarse con pegatinas

En algunos casos más difíciles, los padres podéis preparar una cartulina pequeña con unas casillas, ocho por ejemplo. A lo largo de la compra, se irán dando pegatinas (gomets de colores) en función de su comportamiento y colaboración, animándole a completar “el cartón”. Si lo completa le podéis ofrecer algún tipo de pequeño premio.
Esta medida, puede ser de ayuda.
Lo importante del abordaje las rabietas es que ustedes no cedan y el niño no se salga con la suya. De esta forma, el niño o la niña, comprenderá que el mal comportamiento no es rentable con ustedes.
Si no se ven capaces de afrontar estas medidas, lo mejor es que cedan desde el principio, al menos, así su hijo no aprenderá a manipularles con su mal comportamiento.
¡mucha suerte en las compras!

www.jesusjarque.com (http://familiaycole.com)

Educándole para ser un buen peatón

Enseñarle a respetar las normas de circulación es importante para evitar accidentes innecesarios

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Las prisas, el exceso de confianza o que apenas si reparamos en la responsabilidad de nuestros actos, nos llevan a pasar demasiadas cosas por alto cuando transitamos por las ciudades. Educar a nuestros niños debe ser una obligación tan necesaria como alimentarles o cuidar de ellos cuando se encuentran enfermos.

Y la educación no sólo se limita a enseñarles las letras o a sumar con cierta destreza. Los valores o el respeto deben ser tareas precisas en su desarrollo. Y educarles para ser un buen peatón es una tarea importantísima que les va a ayudar a evitar accidentes y peligros innecesarios.


La mejor recomendación es, sin duda, practicar con el ejemplo. De nada va a servir que le hagamos saber lo importante que es cruzar con el semáforo en verde si nosotros lo hacemos en rojo. Piensa que las normas de circulación se van aprendiendo con el tiempo y necesitarás ser constante para que las fije en su memoria.
Tienes que tener en cuenta que hay conceptos que, a priori, un niño ya entiende. A los tres años, por ejemplo, sabe que la acera es segura y la carretera peligrosa. A los cinco ya puede cruzar la calle él solo pero, todavía, no entiende el concepto de las direcciones. A los ocho el problema está en que no sabe calcular la distancia de los coches y su velocidad, por lo que le resultará difícil, todavía, cruzar solo. A los doce ya habrá superado esos obstáculos pero, el problema más generalizado, es que está en la edad ideal para distraerse con los amigos y cruzar sin fijarse demasiado.

Sacra, 28 febrero 2012 (www.elbloginfantil.com)

Juego El teatro de los Planetas



Juego: ordena los planetas


lunes, 27 de febrero de 2012

viernes, 17 de febrero de 2012